Ahmed tiene la piel oscura, los labios finos y los pómulos prominentes. Cuando camina hacia la mezquita para acudir al rezo de los viernes sus amigos pueden reconocerle desde lejos por una leve cojera que ya forma parte de su identidad, como su baja estatura y su complexión delgada. Ahmed percibe estas miradas amables, pero también otras, que le escrutan con una leve mueca de reproche o desprecio y aquellas que se escurren a su paso al tiempo que sus pies desvían de forma casi imperceptible su trayectoria poniendo unos milímetros de distancia que conforman una barrera infranqueable.
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Ahmed llegó por primera vez a la Fundación Juanjo Torrejón hace 10 años, cuando tenía tan sólo 17, según le habían dicho, en la Fundación le encontraríamos un trabajo y así le conocimos. Como Ahmed, llegan a la Fundación día a día decenas de familias que se encuentran en riesgo de exclusión por numerosos motivos: desempleo, abandono escolar prematuro, analfabetismo digital… y así un largo etc. de factores que condicionan la vida de numerosas familias en Aranjuez.
Cada una de estas personas tiene una historia llena a menudo de penalidades, pero también llena de oportunidades. Y desde ahí trabajamos en la Fundación Juanjo Torrejón para ayudarles a desarrollar todas sus potencialidades y que puedan afrontar de forma autónoma los retos a los que se enfrentan.
Después de una larga entrevista con Ahmed consensuamos un plan: le ayudaríamos en su búsqueda de empleo, pero antes se apuntaría a nuestras clases para aprender español, acudiría a las sesiones de alfabetización digital de Ramón, obtendría el título de Prevención de Riesgos Laborales y coordinados con los Servicios Sociales del Ayuntamiento le ayudaríamos a resolver su situación administrativa, así como obtener una pequeña ayuda que le permitierainiciar este proceso.
La Fundación Juanjo Torrejón ofrece a las personas que acuden a nosotros una acogida exenta de juicios de valor, les ayudamos a analizar su situación y a que sean protagonistas de su propio cambio, ponemos a su disposición un servicio de orientación laboral, formación en diferentes ámbitos (idioma español en distintos niveles, alfabetización digital, salud, cultura, prevención de riesgos laborales, manipulación de alimentos), asesoramiento legal, apoyo educativo para alumnos de educación primaria y secundaria, servicio de ludoteca para la conciliación, servicio de donación y préstamo de libros. La Fundación persigue también promover una sociedad más justa y solidaria y para ello lleva a cabo campañas de sensibilización sobre diversas temáticas sociales y promueve la participación activa y responsable de la sociedad a través del voluntariado, principal protagonista de las actuaciones que desarrolla la entidad.
Por último, y desde el convencimiento de que el empleo es un poderoso instrumento para la integración social, en 2013 pone en marcha la “Lavandería Solidaria”, una empresa social cuyo fin principal es favorecer el acceso al empleo de personas en riesgo de exclusión social. Actualmente cuenta con una plantilla de tres personas y desde su constitución ha dado empleo a más de 10 personas. Todos los beneficios obtenidos son revertidos íntegramente en su fin social.
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Ahmed abandonó su casa con tan sólo 16 años. Su proceso migratorio comenzó en Biskara (Argelia), su ciudad natal. Su accidentado periplo duro 8 meses en los que sufrió persecuciones, una paliza que dejó su cadera lesionada y un trabajo en régimen de semi-esclavitud hasta que logró el dinero suficiente para embarcarse en una patera que le trajo a Melilla. Tras abandonar el CETI de esta ciudad llegó a Aranjuez donde pudo alojarse en casa de unos amigos de su familia materna. Desde hace dos años trabaja como camarero en un hotel, los miércoles por la tarde acude como voluntario a las clases de apoyo escolar en la que ayuda a niñas y niños de primaria (de origen español algunos, otros de diferentes partes del mundo) con sus tareas escolares. María es una de sus alumnas, sus padres Juliana y Salvador participan a la misma hora en un taller de orientación laboral, mientras Alba, su hermanita de 3 años convive con otros pequeños en la escuelita de conciliación.