Con la llegada del verano, desde la librería social de Fundación Juanjo Torrejón os invitamos a seguir encontrando en la lectura un refugio, un espacio de reflexión y también de transformación. En esta nueva entrega de rraiz, voluntario de la librería social, os proponemos adentraros en una obra que no deja indiferente: El amante de la China del Norte, de Marguerite Duras. Una historia cargada de belleza, dureza y contradicciones que nos interpela desde el pasado colonial y los silencios impuestos. El equipo de voluntariado ha elegido esta novela para continuar alimentando este rincón cultural que, mes a mes, contribuye al sostenimiento de nuestros proyectos sociales.
«Indochina era a principios del siglo pasado una colonia francesa. Un país al otro extremo del mundo que, como tantas colonias lejanas, vivía ajena al progreso. Mientras París bullía en su belle époque y veía nacer las vanguardias artísticas, la vida en el lejano Oriente seguía dependiendo del cultivo del arroz, las familias seguían arreglando matrimonios y dotes, y malvivir era la única tarea que se podía afrontar.

Fue justamente allí, en Saigón, donde nació la escritora Marguerite Durás. El título de este libro suyo, El Amante de la China del Norte, suena lindo y exótico. Es una historia de amor imposible entre una mujer de piel blanca de una familia arruinada y un joven chino de una familia de dinero, a quien su padre querrá casar con la hija de otra familia. El romanticismo acaba justo en el momento en que sabemos que la niña tiene 12 años y que es la que domina la relación de la pareja. La dulzura acaba cuando comprendemos que la única salida de esa niña es emplear su pequeño cuerpo de piel blanca para enloquecer a un hombre apenas mayor que ella. Y nuestra razón explota del todo viendo cómo todos entienden que esa situación es normal, que todos piensan que la niña ha sabido jugar sus cartas.
Esta historia no es una posibilidad, no es un invento. Es una historia real, la de la propia Marguerite Durás, que tuvo que esperar 40 años antes de ser capaz de escribirla, cuando sabía que todos los demás protagonistas habían muerto ya.
Si fuéramos capaces de olvidarnos de los detalles, El Amante de la China del Norte es un bonito cuento sobre cruces de culturas. Es una foto de época de un país donde tanto los franceses de piel blanca como los chinos de piel amarilla eran extranjeros en un país que no era suyo, un cuento sobre la ruptura de las raíces y de los rescoldos que deja el primer amor con el paso del tiempo y la distancia. Pero no, no podemos olvidar los detalles. La niña que fue Marguerite tenía apenas 10 años cuando un hombre sentado en un coche lujoso la sentó a su lado en su limusina, cuando compró una casa para ella, cuando la deslizó entre sus sábanas. No importa lo valiente que fuera esa niña ni lo pobre que fuera su familia. Lo que cuenta es que la directora del liceo la dejaba faltar a clase, lo que cuenta es que la familia comía y bebía en abundancia gracias al Amante Chino y su billetera. Lo que importa, si regresamos al siglo XXI, es cuánta gente sigue pretendiendo estar salvando una familia con euros manchados de sudor cuando viaja a Oriente para disfrutar de unas vacaciones de turismo sexual.
Me imagino que Marguerite Durás debió de tener estas imágenes revolviendo su cabeza durante toda su vida, hasta que fuera capaz de sacárselas muchos años después a base de escribirlas una, dos y hasta tres veces. Como tantas niñas, tuvo que salir adelante con todas las cuerdas de la infancia rotas a manotazos, destrozadas por unas manos adultas de uñas recortadas, pero sucias de todo lo demás. Cuerdas rotas que retumban con un sonido que se hace más áspero cuando lo que se oye alrededor son las risas de sus hermanos, que se felicitan de su suerte.
Qué más queda por hacer, sino gritar hasta reventar la garganta.»
Podéis encontrar el libro en nuestra librería social, que durante el horario de verano permanece abierta al público de 9 a 14 horas. Os esperamos para compartir lectura, reflexión y compromiso social.